Siendo niños ¿Cuántas veces se encontraron llorando enfrente de una película animada? Pocas ¿no? Pero siendo adultos eso les pasa más seguido, ¿verdad? Es porque con los años nos damos cuenta de cosas que, cuando somos pequeños, pasan desapercibidas. Aquí vamos a analizar cuál es la magia de estas cintas que significan una cosa cuando somos chicos y otra completamente diferente cuándo maduramos.
Sí, las películas animadas son, en gran parte, una fuente de alegría y entretenimiento para muchas personas. Son divertidas, tienen colores brillantes, música impresionante y una animación increíble. Cuando somos chicos nos asombran todos estos aspectos. Vemos Nemo y nos reímos con Dory, nos fascinan las canciones de Tarzan y Beauty and the Beast, quedamos alucinados con los dibujos de Tangled, Soul, Inside Out. Pero en estas historias de niños hay significados mucho más profundos de lo que nos habíamos dado cuenta al principio.
Con el paso de los años, nos damos cuenta de que los temas, los símbolos y los motivos de estas películas son parte de un comentario profundo sobre varias facetas de la humanidad. Existe un amplio material de valor filosófico y psicológico en las películas animadas. Las formas de leer e interpretar estos cuentos se transforman, y logramos extraer significados intrigantes y cautivadores que quizás te hayas perdido antes.
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Veamos algunos ejemplos: Si bien Enredados es esencialmente un recuento sobre Rapunzel que tiene una banda sonora inspirada en el pop, también hay un mensaje sobre relaciones tóxicas y padres abusivos. Esto se le puede pasar por alto a los niños, pero cuando vemos la cinta desde la perspectiva del adulto, los podemos reconocer e incluso podemos sentirnos identificados con la historia en algún nivel. Mientras los niños son atraídos por el gran cabello rubio, la historia de amor y el humor, a los mayores la trama los golpea desde otro lado.
Inside Out es otra película animada de este estilo, y quizás una de las más poderosas. La cinta trajo una conciencia muy necesaria sobre la salud mental y emocional de los pre-adolescentes, proporcionando una representación visual de temas complejos que permite comprender mejor nuestros sentimientos. Le permitió a los más chicos reflexionar sobre el proceso de crecimiento y reírse con las representaciones de las emociones, pero también nos recordó a nosotros, los grandes, el caos emocional que sentimos cuando tenemos que abandonar ciertas cosas para hacer lugar para lo nuevo.
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Sigamos con los ejemplos de películas modernas: Bao es un cortometraje muy interesante de Pixar, pero su mensaje podría estar destinado a los padres de la audiencia. El corto trata sobre una mujer que se convierte en madre de una bola de masa bao bebé, pero sus formas sobreprotectoras complican su relación. La trama refleja la de un padre que se enfrenta a la ansiedad de dejar que sus hijos se vuelvan más independientes. Si bien quieren que triunfen, el hecho de dejarlos madurar por sí mismos, significa que deben soltarles la mano y eso nunca es fácil.
Up es tal vez el ejemplo más infame de cómo una película animada puede convertirse en montaña rusa emocional. Hay una larga lista de cosas que suceden entre líneas del guion, hay un claro mensaje de que los adultos obtendrán más que los niños y es cómo procesar el duelo, la pérdida, ya que las emociones no procesadas pueden literalmente agobiarnos el alma. El protagonista lleva el peso de la muerte de su esposa con su casa literalmente atada a su espalda. Solo cuando es capaz de dejar de lado su dolor, obtiene una aventura que le devuelve la alegría.
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Vamos más atrás, con algunas de las películas animadas más clásicas: Pinocho es un tierno cuento de hadas que todos conocemos, pero cuando le ponemos la lupa de la madurez, nos damos cuenta de que cuando Pinocho entra en el vientre de la ballena para salvar a su padre y luego se convierte en un niño real, lo que estamos presenciando es una muerte psicológica y un renacimiento del yo, despertándose psicológicamente para tener el control de su vida. Esta idea puede resonar con nosotros desde una perspectiva psicoanalítica, ya que todos enfrentaremos dificultades y momentos difíciles en nuestras vidas y a veces necesitamos enfrentar la oscuridad para superar verdaderamente estas facetas de nuestra existencia.
Ahora concentrémonos en Peter Pan, la película que mejor explica este artículo: La película es un espectáculo visual, es una historia fantástica que enciende la imaginación de todos, pero nuestro protagonista es un niño que se ha negado a crecer y vive en un paraíso utópico, en un estado de inocencia perpetua de la infancia, lo cual puede parecer atractivo, pero nos daña enormemente. Debemos madurar, enfrentar las dificultades, asumir responsabilidades y construir relaciones significativas. De lo contrario, podemos quedar abandonados y aislados en nuestro propio Neverland. El cocodrilo de la cinta representa el tiempo y la inevitabilidad de que eventualmente todos seremos atrapados por él.
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En definitiva, las películas animadas no son más que la vida misma. Al principio la disfrutamos y nos divertimos porque no sabemos qué está pasando, no lo entendemos verdaderamente, entonces nos dejamos llevar por cualquier cosa que nos entretenga, que nos llame la atención, no nos preocupamos por ver si hay algo oculto o un significado más profundo detrás de lo que estamos viviendo. Cuando pasa el tiempo, sin embargo, las cosas cambian, y esos recuerdos felices también van desapareciendo, algunos se transforman en memorias tristes, nos vamos dando cuenta de lo pesada que es la realidad, comprendemos lo ciegos que fuimos en su momento, observamos la existencia desde otra perspectiva y cuando nos cae la ficha de la metamorfosis por la que pasamos, la única respuesta que nos sale es llorar.