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La mejor actuación de la carrera de Russell Crowe no fue ‘Gladiator’


A lo largo de los últimos 30 años, Russell Crowe fue sembrando su carrera con personajes icónicos convertidos en sinónimos vivientes de su legado artístico, como fueron Gladiator, Una mente maravillosa O Master and Commander: al otro lado del mundo. La cosecha llegó en forma de salarios de ocho cifras y un peso suficiente en la industria como para dar el salto a la dirección, producción e incluso, a sus 57 años, permitirse volver al trabajo cuando simplemente le apetece. Incluso con cameos absurdos que llegan a dar un poco de vergüenza ajena (como Cuento de invierno O La Momia).

Gracias a Gladiador se coronó como el sex-symbol cinematográfico por excelencia del año 2000 y fue uno de los actores más solicitados durante la primera década del nuevo siglo, sin embargo, ¿es la historia del general Máximo Décimo Meridio la mejor actuación de su carrera?

Yo creo que no. Es cierto que es la más icónica y que también ha dejado otras grandes interpretaciones con el paso del tiempo -como los títulos mencionados, así como ceniciento O LA Confidential-, sin embargo existe una actuación en particular que pasó desapercibida ante las grandes masas y que, en mi opinión, es la mejor de todas.

El actor Russell Crowe posa con su Oscar al mejor actor por su trabajo en

El actor Russell Crowe posa con su Oscar al mejor actor por su trabajo en “Gladiator” en la 73ª entrega anual de los Premios de la Academia, el domingo 25 de marzo de 2001 en Los Ángeles. (Foto AP / Reed Saxon)

Para empezar quiero aclarar que Gladiador me encanta. Me incluyo entre los miles de espectadores que no puede evitarla cuando la emiten en abierto, y de esos que de vez en cuando aplican algunas de sus frases en charlas cinéfilas. Reconozco que Maestro y comandante es una película infravalorada entre toda su filmografía y que la Academia debería haber dividido el Óscar ex aequo cuando se lo dio a Denzel Washington por Día de entrenamiento cuando Russell estaba nominado por Una mente maravillosa.

Sin embargo, durante muchos años tuve la sensación que Russell Crowe era un actor que no arriesgaba. Que no pretendía sorprendernos y dejarnos boquiabiertos cambiando de registro por completo. Es más, muchas de sus películas que hoy reconocemos como clásicos no me generaron sorpresa alguna, era como si viéramos más de lo mismo pero, siendo el actor de moda de aquel entonces, quedaba perdonado. O era el tipo de duro de turno –American Gangster, Robin Hood, El tren de las 3:10 – o el héroe carismático de corazón blando –L.A. Confidential, Gladiator, Cinderella Man, Una mente maravillosa-, sin dar el salto al vacío con algo intermedio o diferente. Fue hace poco tiempo -desde Los Miserables y cuando ya no tiene nada que perder- que ha comenzado a hacerlo.

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Gladiador le habrá valido su único premio Óscar pero la película donde se entregó de corazón y alma, con la que finalmente me sorprendió para bien y de manera rotunda fue Identidad borrada. Tenía poco diálogo y apenas unas pocas secuencias, pero su entrega emocional logró traspasar la pantalla como nunca.

Y antes de que muchos lectores que no vieron la película digan que en Gladiador, maestro y comandante, hombre cenicienta O Una mente maravillosa, también emocionaba, sepan que me refiero a esas actuaciones que traspasan la pantalla por la naturalidad y simpleza de sus emociones. Por talento, sin nada más. En todos los títulos nombrados, la actuación de Russell estaba apoyada en muchos artificios técnicos, una banda sonora que acompañaba cada momento como personaje secundario constante, planos heroicos de lágrima fácil y un clímax de venganza, injusticia, honor o incomprensión que hacían más fácil que la actuación de Russell llegara al corazón del espectador. En Identidad borrada, Russell apenas aparece unas pocas veces y se come la película. Es más, a dos años de haberla visto todavía es la actuación que más recuerdo de todo el metraje. Un logro doble cuando tenemos en cuenta que lo acompañaba uno de los portentos de la lágrima contagiosa como es Nicole Kidman.

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Dirigida por Joel Edgerton, Identidad borrada es un drama inspirado en la historia real de un escritor que contó su experiencia como paciente de un programa de terapia de conversión sexual en un libro. Lucas Hedges interpreta al joven que tras admitir su orientación sexual a sus padres a los 18 años, se somete a este tipo de tratamiento al formar parte de una familia religiosa y en donde su propio padre es pastor de su iglesia. Nicole Kidman y Russell Crowe dan vida a esos progenitores confundidos que reaccionan ante lo que, según sus creencias, es lo mejor para él. Y mientras Nicole muestra a una madre más comprensiva y protectora, Russell se encarga de ser la figura más distante en la situación aunque sus emociones rocen el borde de la pantalla con apenas una mirada.

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La diferencia entre ellos es que a Nicole se la ve venir, su sobreprotección salta a la vista en los diálogos y sus reacciones; pero todo el proceso de negación y aceptación final que vive el personaje de Russell Crowe se transmite a través de gestos y miradas, incluso cuando está en un rincón del plano, al fondo o sin moverse. Existe una escena, cuando Jared (el personaje protagonista) les confiesa su condición sexual, que la sorpresa y decepción que siente el padre se apodera de toda la secuencia sin decir una palabra, sin que Russell siquiera se mueva de la silla. Y eso solo se consigue a base de talento y experiencia. Cuando no hace falta tecnicismos ni refuerzos extras. Cuando es natural, como la vida misma.

Existen otras escenas previas que transmiten el amor de un padre orgulloso, otras de sermones religiosos donde impone autoridad y respeto, y una secuencia final donde despliega todas las emociones que engloba la trama en una charla de aceptación con ese hijo que está a punto de perder por culpa de sus creencias. Es la escena que convierte a Russell Crowe en lo mejor de toda la película. Así como hizo Judi Dench con una sola secuencia en Shakespeare enamorado (y se llevó el Óscar), o Vanessa Redgrave en Expiación, Christopher Walken y Pulp Fiction o Viola Davis en La duda. Un momento breve pero suficiente para dejar que el talento envuelva de magia una escena o película completa.

Es cierto que existe otra película que pocos recuerdan y que alberga una actuación que se acerca bastante al podio en la lista de sus mejores interpretaciones. Fue Mameluco stomper donde interpretaba a un neonazi aterrador y que lo colocó en el radar de la industria hollywoodense a inicios de los 90s. Y tampoco voy a negar que como protagonista Russell Crowe se ha entregado en otras películas, como en El dilema explorando las artimañas de la industria tabaquera, o en ceniciento, y ha dado el do de pecho como secundario en otras ocasiones, como en LA Confidential, pero en Identidad borrada se arriesgó abriendo su talento de la forma más natural y cruda. Desnudó todas sus emociones, se entregó al máximo sin armaduras épicas ni envoltorios de blockbuster, y a cambio sorprendió y dejó huella en su filmografía.

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Después de todo, a sus 57 años y a estas alturas de su carrera, ya no tiene nada que perder ni demostrar, y puede desplegar su talento sin presión alguna. Es decir, ya no necesita de superproducciones que adornen momentos de acción, ni hace películas que pidan una perfección heroica, un físico de infarto ni darle más atención a los efectos y las coreografías. Y creo que, por ese motivo, en Identidad borrada por fin lo vemos dejándose llevar, por fin, sin presión alguna.

Curiosamente, desde entonces no ha dejado de jugar con su talento y probar cosas distintas. Se transformó por completo para la infravalorada serie La voz mas fuerte donde interpretaba al fundador de Fox News, el desterrado Roger Ailes de forma magistral; lo vimos hace poco dando el pego como un psicópata aterrador en Salvaje, mientras muchos tenemos nuestras esperanzas puestas en pasárnoslo en grande con su pequeño papel en Thor: amor y trueno (la gracia natural del director, Taika Waititi promete y mucho).

Si bien es cierto que su cambio físico con unos cuantos kilos de más lo alejan bastante de aquel ideal de héroe de acción que fue en los años 2000s (ya me dijo Ridley Scott hace unos años que de hacer Gladiador 2, Russell tendría que bajar de peso), la película sobre terapias de conversión sirve de ejemplo para demostrar que queda mucho talento por descubrir.

En definitiva, Gladiador será por siempre su papel más recordado, pero Identidad borrada bien podría ser el papel donde entregó su cuerpo y alma.

Identidad borrada está disponible en el catálogo de Video de Amazon Prime.

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